Para saber más de una persona, basta con abrir las puertas de su armario…
Con un vaquero desgastado, una camiseta de rayas y unas converse blancas. Sin maquillaje y sin pendientes, todavía más yo.
El color azul marino, los jerséis sostenibles y las prendas que cuentan historias.
Una mujer en pleno crecimiento que se siente cada vez más cómoda en sus zapatos, más sabia en su propia piel y más libre de vestirse como le da la gana.
Voy dejando libros por toda mi casa porque siempre estoy leyendo tres o cuatro a la vez. Pero sigo sin quitarme de adquirir más de los que puedo leer.
De niña quería ser coreógrafa. Hacer surf y tocar la guitarra, son dos de mis tareas pendientes. Escribir ha sido mi constante vital pero también me mueven los verbos aprender, emocionar y compartir.
De mis tiempos de “periodista de raza” me llevé que no hay mayor éxito que rodearse de buena gente. Y de las infinitas horas de crianza de un hijo y dos hijas que todo llega y que todo pasa.
El mar me serena el alma, tengo corazón de outsider, las raíces en la familia elegida y el futuro con vistas a una casa en el norte. Sueño con un hórreo convertido en biblioteca, paseos por la playa en invierno y conversaciones ricas en sobremesas eternas. Aunque cada vez sea más íntima del silencio.